Los asesinos en serie, ya sean humanos o fans de "Mira quién baila", también se entusiasman. Y están en su derecho. Porque, a pesar de ser un gran hijo de la grandísima puta, a pesar de cortar por la mitad a estúpidos estudiantes borrachos que corren menos que un pingüino con diarrea, a pesar de jugar a cuarto y mitad con los torsos sanguinolentos de adolescentes que podrían haber sido reinas del baile -qué desperdicio de mamadas con olor a vodka-... a pesar de salir de dentro de un lago, con la motosierra oxidada en marcha -y no se le cala (¡!)- y que luego ésta corte mejor que los cuchillos del teletienda... a pesar de todo esto y mucho más, los desquiciados monstruos asesino-sanguinarios, tienen estómago. Y tienen el derecho constitucional de llenarlo. Y qué mejor manera de hacerlo, que con un bocadillo que les entusiasme. Porque, entre otras cosas, el oficio de reventar a la peña con una motosierra, no está muy cotizado, que digamos -ni contrato, ni seguridad social, ni nada de nada-. Por que desaparezca la precariedad laboral de los asesinos desquiciados en serie, brindemos con nuestros bocatas. Por un futuro en el que descuartizar, no sea una trabajo que fomente la economía sumergida. Por la transparencia en el sanguinariamiento, alcemos nuestros Don Carlones y repitamos todos al unísono: "-¡Por un futuro sanguinario más digno y legal!".
viernes, 13 de febrero de 2009
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