Cuando los cielos se abran, y empiecen a llover bocadillos de sobrasada con el pan integral, cuando los ordenadores hagan todos al unísono <> y nos manden a tomar por culo, cuando el mismísimo Charles Bronson regrese del reino de los muertos para ajusticiar este puto mundo en el que estamos y al llegar se vaya comprar tabaco y no le volvamos a ver, cuando las salas de Srteptease se llenen de perniles rancios, cuando los pajaritos canten, tanto cansiones de Iron Maiden como de Mocedades... cuando el día del juicio final llegue, ese día...ese puto día, a lo mejor, es posible que todavía nos quede un poco de entusiasmo. Y si no, pues nos lo inventaremos ¡Con dos cojones!
...y el que está avisado, no es traidor. Puede ser un pedazo de hijo de la gran puta. Incluso un Obispo. Pero de traidor no tiene nada.
Seguiremos entusiasmados.

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