
El tio Miguel se entusiasma con nosotros y decide acompañarnos en nuestro periplo gastronómico. Se porto como un campeón y cumplió en la mesa. Mientras que estupefactos asistimos a una disputada partida a cartas después. Eso sí, aun siento miedo al recordar como se despidió dando me una palamadíta en mis posaderas.
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