jueves, 13 de noviembre de 2008

Un robado de entusiasmo.


Por qué cuando algo es bueno: es bueno.
La impaciencia y el ansia se desbordan ante una sinfonía de texturas y sabores. El olor a tabaco y la fluctuación del iris irritado por el humo hacen que el boca salive más. Ante la llegada del "elegido" la fiera interior se lanza en picado a por su presa.
Es en ese momento cuando casi tienes que reclamar lo que es tuyo y robar una imagen inmortalizada.
Las longanizas aderezadas con una cama de cebollas y pimientos variados hacen que la espera valga más que la pena.

2 comentarios:

ZapaN dijo...

El de llonganisses aún no lo he probado. Y creo que seguiré sin hacerlo.

Anónimo dijo...

Hoy me he saltado el sandwich y me he arreado un entusiasmo-bocadillo de tortilla de morcilla con queso que me ha entusiasmado hasta el infinito y un poco más allá.
Viva el entusiasmo y sus inventores.