
Por qué cuando algo es bueno: es bueno.
La impaciencia y el ansia se desbordan ante una sinfonía de texturas y sabores. El olor a tabaco y la fluctuación del iris irritado por el humo hacen que el boca salive más. Ante la llegada del "elegido" la fiera interior se lanza en picado a por su presa.
Es en ese momento cuando casi tienes que reclamar lo que es tuyo y robar una imagen inmortalizada.
Las longanizas aderezadas con una cama de cebollas y pimientos variados hacen que la espera valga más que la pena.
2 comentarios:
El de llonganisses aún no lo he probado. Y creo que seguiré sin hacerlo.
Hoy me he saltado el sandwich y me he arreado un entusiasmo-bocadillo de tortilla de morcilla con queso que me ha entusiasmado hasta el infinito y un poco más allá.
Viva el entusiasmo y sus inventores.
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